Historia del vino

El vino es una bebida alcohólica procedente de la fermentación del zumo de uva, la cual se produce gracias a la acción de las levaduras presentes en el hollejo de las uvas. Hoy hablaremos de su historia y de cómo ha evolucionado a lo largo de los años.

El vino y la humanidad han existido casi paralelamente. Contar su historia es como contar la historia de la humanidad. Sabemos que se produjo por primera vez durante el Neolítico, en la región que ahora ocupa Irak y por los restos arqueológicos de la cerámica de ese periodo. Aunque como prueba más reciente recientemente constatada podemos hablar de una  bodega en Armenia datada en el año 6000 a. C.

De ahí se extendió hacia occidente llegando desde Egipto hasta Grecia

En Egipto rivalizó con la cerveza. Se empezó a cultivar a orillas del Nilo, fermentaban el mosto en grandes vasijas y producían así el vino tinto. Se enterraba a los faraones con  grandes vasijas de barro que contenían vino y se han hallado grabados  en las pirámides  con referencias al  cultivo de la vid, la recolección, y elaboración y del vino.

Hasta se han encontrado vasijas de vino con el nombre del productor, el viñedo y el año inscritos. Esto sería la antesala de las actuales etiquetas y nos habla de la importancia que le daban ya  a la calidad del vino relacionada con el tiempo.

Tenemos documentación griega sobre el cuidado de la vid, la cosecha y el prensado de las uvas, en la obra “Los trabajos y los días” de Hesíodo, (VIII a. C.)  Así sabemos que los griegos bebían el vino mezclado con agua y lo conservaban en pellejos de cabra.

El nombre vino además,  procede del latín vinum, que se cree que procede del griego oinos e incluso del sánscrito vêna.

En el Imperio Romano también encontramos referencias relevantes dentro de la historia del vino. El dios griego Dionisio es sustituido por Baco y  serán los romanos los que empiezan a experimentar con el injerto de vides. Plinio el Viejo, en su obra “Naturalis Historiae”, describe las diferentes variedades de uva existentes en la época, y deja testimonio de que ya se elaboraban más de medio centenar de vinos distintos. También utilizan cubas de madera para transportar el vino, según se recoge en las crónicas de Julio César sobre la Guerra de las Galias. Aparece la figura del “vinatero”, verdadero experto en maceraciones, clima, mezclas temperatura… Lo que hoy conocemos como bodegas.

Aparece el vino blanco, símbolo de poder y riqueza, servido en copas de cristal transparente como símbolo de riqueza mientras que el tinto en esa época era menos valorado y servido en tabernas y lugares populares

 Con la caída del imperio romano, desde Italia se extiende el cultivo de la vid hacia Galia (Francia). Heredada también por los visigodos y así, poco a poco toda Europa se rinde a este cultivo y de ahí la gran tradición vinícola de Alemania, España, Francia, Italia y Portugal.

Durante la Edad Media Las tierras pasan a ser propiedades de la iglesia y los nobles y reyes y se elaborarán los vinos en monasterios y castillos.

 Los Reyes Católicos  van plantando viñedos por todos los territorios que van conquistando a los musulmanes y posteriormente se plantan vides en el Camino de Santiago, la rivera del Duero y la zona de la Rioja. En el siglo XII comienzan a plantarse viñedos en Cataluña y en la zona de Jerez.

En Francia, es relevante que el monje Dom Pérignon descubre cómo elaborar el vino espumoso en la región de Champagne.

En los siglos XVII y XVIII se van perfeccionando técnicas y es En España, concretamente   en el siglo XIX en La Rioja y sus bodegas donde se empiezan a utilizar botellas de vidrio, se inventan el tapón de corcho y se pasa de esta manera  al vino de consumo.

Sin embargo, en pleno auge, en el siglo XIX, el vino tuvo que enfrentarse a un revés a nivel mundial, la filoxera, una plaga de un pulgón que de alimenta de las raíces de la vid y que a punto estuvo de ser devastador en todo el mundo. Pero las cepas que habían llevado los misioneros a América resistieron la enfermedad y  se  pudieron recuperar las vides silvestres que habían sido llevadas al Nuevo Mundo. Se replantaron en Europa, creándose variedades híbridas, que enriquecieron el panorama vitivinícola aportando nuevos vinos.