Razones para amar el vino

Hay que insistir que se trata de beber un buen vino y en cantidades moderadas en la cena o el almuerzo. Siendo así, puede prevenir enfermedades cardiovasculares, tanto en los hombres como en las mujeres y ayudaría a tratar dolencias y trastornos tales como la diabetes, la demencia o la osteoporosis.

 Se sabe también que un buen vino puede producir efectos anticoagulantes y antitrombóticos. La proteína fibrinógena, evita la formación de coágulos de sangre. Equilibra la tensión arterial

Igualmente, aunque el consumo excesivo de alcohol provoca hipertensión, beber una copa de vino al día tiene el efecto contrario para las personas que sufren de este problema.

La ingesta diaria de vino tinto disminuye el riesgo de desarrollo de piedras en el riñón. También contiene antioxidantes como los flavonoides, resveratrol y taninos, que combaten los signos de la edad, restaurando el colágeno y la elastina

El resveratrol que contiene también influye positivamente en la lucha contra la obesidad y se cree que facilita la conversión de grasa blanca en grasa parda.

El vino también equilibra los niveles de colesterol gracias al alto poder antioxidante de los polifenoles, que reducen las lipopotreínas de baja densidad, es decir, el colesterol malo y aumenta el colesterol bueno.

 Y, por último, nos hace felices. Es importante destacar el poder que tiene el vino para liberar endorfinas, conocidas popularmente como la hormona de la felicidad.  Una copa de vino, facilita la liberación de los neurotransmisores opiáceo que aportan una deseada sensación de bienestar.

 Para terminar, una cita de un sabio que nos deja fuera de todo duda. «El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida.» Hipócrates